Robosoledades

Publicado por NCCExtremadura en

Cuántas veces nos hemos preguntado ¿qué es el lenguaje? ¿Cómo aprendemos a hablar? ¿Qué maravilloso mecanismo hace posible que, de forma paulatina e inapreciable, un niño pueda hablar en inglés, en francés o en cualquier otro idioma? La comunicación, el auténtico milagro humano que tiene como base el lenguaje, ha hecho posible construir todo lo que ahora tenemos a nuestro alrededor. La palabra, el verbo, la relación entre humanos, la ciencia, la literatura. Las Tecnologías de la Información y la Comunicación, dando un vertiginoso salto cultural, histórico y tecnológico, hunde sus bases de forma profunda en el lenguaje.

Pero el lenguaje no es una «facultad innata» en el hombre, como afirma Chomsky, y tampoco puede ser explicado por las teorías evolutivas. El lenguaje no pertenece a las leyes de la evolución de las especies, sino que es una construcción humana, un artefacto, del mismo tipo que las herramientas primitivas y modernas.
Por tanto, lenguaje y TIC son descendientes del intelecto humano, del que forman parte ineludible los sentimientos, los afectos, las cercanías, las emociones, la inteligencia, en definitiva. Y es en este contacto directo entre ser humano y TIC en el que pueden confluir los avances más extraordinarios y positivos o los retrocesos más lamentables y posibles. Pero solo nos quedaremos, por el momento, con la parte más favorable y esperanzadora de aquel binomio: las TIC como nueva forma de canalizar los sentimientos -sus carencias, sobre todo- entre las personas.

A los mayores de la residencia Shintomi, en Tokio, no les despierta cada mañana un despertador, sino Sota, un pequeño robot azul y blanco de brillantes y ojazos negros, que preside sus mesillas de noche junto a sus pastillas. Sota no solo les ofrece un ¡buenos días! sino que también les recuerda las horas de su medicación. Este «muñeco», de treinta centímetros, dispone de una cámara con rayos infrarrojos para detectar si los ancianos se caen de la cama, lo que haría saltar una alarma en los móviles de los cuidadores.

Desde este punto de vista, del cuidado más cercano y material, las TIC -y la robótica- tienen mucho que hacer. No dejan de ser un instrumento creado por las personas para atender a personas. Hay máquinas que curan y máquinas destinadas a paliar la decadencia física de los humanos.

Pero qué ocurre con la soledad, el aislamiento, el desafecto… ¿Habrá, o hay, máquinas o instrumentos basados en las TIC que alivien cualquier de estas situaciones? ¿Es éticamente aceptable relegar a la tarea de una máquina lo que es esencial en el ser humano: la sociabilidad y el cuidado del otro y por el otro?

Para quienes sean más «visuales» les recomendamos la película «Her», una alegoría de todo cuanto estamos hablando y que lleva al máximo la ruptura -o la unión, según se perciba- de los límites entre lo humano y la máquina. ¿Hay alguien que pueda enamorarse de un sistema operativo?

Es normal que en nuestra vida cotidiana distingamos entre decisiones tomadas «con la cabeza» y aquellas llevadas a cabo siguiendo «los dictados del corazón». La dualidad razón-pasión o pensamiento-sentimiento impregna nuestro lenguaje, nuestros análisis de las cosas, nuestra comprensión del mundo y de nosotros mismos. Es una historia antigua, terriblemente equivocada y, al mismo tiempo, enormemente sugerente. El culpable de todo esto, aunque no lo crean, es… ¡Aristóteles!, que aunque no formuló una teoría de las emociones extendió su influencia, hasta bien entrada la Edad Media, en todo este tema de cabeza-corazón.

Así pues, si un robot puede cuidar de la salud de un anciano nipón, ¿podrá ofrecernos afecto, cariño y ternura en el futuro? Lovot… quédense con este nombre porque puede ser el pistoletazo de salida para cambiar la mirada intensa y consoladora de una persona cercana por los miles de sensores de este aparato.

Lovot, para más ventaja, tiene tres corazones: «un ordenador principal para decidir y ejecutar las acciones y otros dos secundarios, que consituyen una unidad de ‘deep learning’ para los procesos de aprendizaje automático. Es compatible con Wifi (aunque no transmite ningún dato fuera de la máquina) y bluetooth y si no lo encuentras fácilmente, también puedes recurrir a la aplicación del móvil. Pero no pienses que esto va a ser lo habitual. Es más, en cuanto haya confianza, entres por la puerta y te detecte correrá a recibirte». Esta es la descripción de sus creadores.

La pregunta que debemos hacernos a partir de este momento, y teniendo en cuenta todos estos avances descritos, es ¿máquinas para mejorar nuestro entorno o máquinas parar mejorarnos interiormente?

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