Tecnología y ¿futuros? distópicos
La ciencia ficción está llena de ejemplos de futuros distópicos en los que el ser humano está sometido a observación, manipulación y control. En algunas de estas creaciones, además, la tecnología juega un papel importante. Podemos encontrar ejemplos de lo primero en la literatura, en la todavía hoy sobrecogedora 1984 de G. Orwell; y otros, en los que se hace un uso negativo de la tecnología presentando un futuro nada prometedor, opresor y destructivo.
Una de las series más populares, que trabaja de manera sobresaliente diferentes planteamientos en cuanto al uso de las tecnologías, es Black Mirror. A base de pequeñas joyas de alrededor de una hora de duración, nos plantea cómo en la mayoría de los casos lo que parece una oportunidad, en principio beneficiosa para el ser humano, puede volverse en contra de su propia naturaleza. Sin embargo, no sería justo dejar de señalar que algunos de sus mejores capítulos no muestran este lado angustioso sino que nos brindan sensaciones de felicidad.
En esta producción tenemos varios ejemplos que demuestran que es el ser humano el responsable del uso de las tecnologías y que, a veces, lo hace de manera responsable y otras no tanto. Algo que tiene poco que ver con el futuro y mucho con el presente que vivimos.
Siguiendo esta misma línea, uno de los aspectos que se abordan es cómo podemos usar la tecnología como medio de control sobre la vida de otros -tema que se recoge en el capítulo Arkangel, de la cuarta temporada- o el control que podemos ejercer sobre nuestros propios recuerdos –Toda tu historia, capítulo de la primera-. En ambos casos, la trama se basa en la influencia que tiene el uso que hacemos de la tecnología sobre las relaciones, ya sea madre-hija o una relación de pareja. En este sentido, la opción de tener una herramienta similar a un chip integrado en el cuerpo para poder guardar en nuestra mente vivencias y recuerdos como si de un film se tratara parece, al menos en un primer momento, algo fantástico y que todos desearíamos poder disfrutar. Imaginad que pudiéramos rebobinar y vivir aquéllo que nos hizo feliz o, simplemente, recordar sin pérdida de tiempo dónde habíamos dejado las llaves del coche. También sería fantástico poder saber dónde están nuestros hijos en cualquier momento para poder protegerles siempre.
Esta serie nos ofrece el recorrido que pudiera tener el uso continuado de estas tecnologías o unas utilidades o situaciones que, en un primer momento, no hubiéramos imaginado en tanto que al final resultan perjudiciales.
No vamos a desvelar aquí el desenlace de los capítulos. La intención es reflexionar sobre cómo el uso responsable de la tecnología puede o no beneficiarnos. Pongamos, por ejemplo, el caso de la tecnología GPS en los dispositivos móviles. El sistema de geolocalización nos permite tener un control de la ubicación, y aporta múltiples beneficios de los que solo citaremos los más cotidianos como saber llegar a un sitio, indicar dónde estamos en cualquier momento o, incluso, ayudar a la resolución de delitos y situaciones que, aparentemente, son incontrovertibles.
En lo que respecta a las relaciones personales y, recuperando este tema del que hemos hablado en los párrafos anteriores, la telefonía móvil y las redes sociales han cambiado radicalmente nuestra manera de contactar con otros, así como la forma de establecer, mantener y (retro)alimentar las relaciones. Desde el punto de vista más alejado de tendencias agoreras hemos de decir que gracias a las redes hemos recuperado las relaciones con conocidos o amigos de los que no sabíamos nada hace años y que, muy posiblemente, no hubiéramos podido tener noticias de ellos por medios más analógicos. Lo mismo ocurre con los dispositivos móviles. Hace no mucho tiempo era imposible hablar por teléfono con alguien si esta persona no estaba en su casa.
De todo ello, y haciendo un ejercicio de reflexión activa, estamos en condiciones de lanzar la siguiente pregunta, ¿podríamos decir que la opresión, el control y la manipulación tienen más que ver con el ser humano que con la tecnología?
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